Hasta que llegaste by Kristan Higgins

Hasta que llegaste by Kristan Higgins

autor:Kristan Higgins [Higgins, Kristan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 15

Eran las seis y veintitrés de un miércoles que iniciaba un largo fin de semana. Podía ponerse a trabajar. O a comer. O podía hacer la cena, comer, y luego trabajar. También podía ver un rato la televisión.

Nicole estaba en otra fiesta de pijamas. Al día siguiente no había clase por no sabía qué festividad de los profesores, y el viernes tampoco era lectivo porque celebraban el Día de los Fundadores. Aquella era la tercera vez que su hija acudía a una fiesta de ese tipo desde que se mudaron. Lo que, según cómo se mirara, podía ser bueno —Nic estaba haciendo amigos—, o muy malo —en ese momento podía estar poniéndose ciega a vodka y metiéndose éxtasis con un montón de muchachos, para después montarse en cualquier vehículo y terminar todos muertos.

A pesar de todo, al final la había llevado a la casa de su amiga hacía veinte minutos y había hablado con Emily y Chris Carlisle largo y tendido, para asegurarse de que ambos estarían en casa toda la noche. Parecían unos padres muy responsables, pero uno nunca sabía. Les dejó su número de teléfono (el de casa y el del teléfono móvil) y su dirección por si surgía cualquier problema. Nicole le había lanzado su mirada del ángel de la muerte, seguida de un codazo en las costillas. Unas costillas que todavía le dolían gracias al intento de asesinato de Cordelia Osterhagen.

Hablando de eso, todavía no recordaba muy bien qué sucedió exactamente al salir del hospital. Los analgésicos le habían dejado un poco noqueado, pero tenía la sensación de que estaba pasando algo por alto. Cordelia y él habían discutido en el hospital; eso sí que lo recordaba. Después ella le había llevado a casa con aquel perro enorme… Y ahí tenía una laguna mental que le resultaba de lo más irritante y sobre la que no había dejado de pensar todos esos días.

En todo caso, Nicole le había prometido enviarle un mensaje a las nueve y otro a las once y llamarle por la mañana. Luego le había amenazado con suicidarse si se le ocurría llamar a los Carlisle para vigilarla.

—Adiós —le había dicho—. ¡Diviértete! Sal a dar una vuelta. Todavía no estás muerto.

Y ahí estaba. Metido en su casa. Solo. Ejerciendo de viudo y con el único entretenimiento de imaginarse las fechorías que podría estar haciendo su hija. Desde luego no era un plan de lo más divertido. Trabajar tampoco le apetecía mucho; acababa de salir del taller para llevar a Nicole a la fiesta. No. Debía salir, relacionarse con otras personas. La vida continuaba y Nicole tenía razón. No estaba muerto. Todavía. Así que agarró el papel en el que se anunciaban varias actividades y se deseó suerte a sí mismo.

Minutos después, Liam se detenía frente al centro cívico. El anuncio decía que todo el mundo era bienvenido. De modo que allí estaba. Era cierto que aprender a diseñar páginas web no estaba en su lista de prioridades, pero no le vendría mal al taller estar presente en Internet.



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